Fernando González Alberty

El poeta González Alberty en su época atalayista. (1929)

(1908-1995) Poeta, narrador, periodista. Uno de los fundadores originales del Atalayismo. Publica Grito en 1931, poema fundamental de la lírica atalayista, junto a Responso por mis poemas náufragos de Miranda Archilla y Niebla lírica de Hernández Aquino. Periodista del El Imparcial por largos años. Es uno de los más originales poetas vanguardistas de Puerto Rico.

La vanguardia en Puerto Rico

Álbum de fotos

El Atalaya de los Dioses

                  

por Ángel Rigau

   para Fernando González Alberty

 

Cíclope apocalíptico

que desfloró arcaísmos

Que sepultó polillas―

Que vadeó los abismos.

 

Guerrero voluptuoso

de bélicos combates―

aguijoneando estrellas

con férreos acicates.

 

Antena sin guedejas

Atenta a todo trueno

recogiendo centellas

para forjar lo nuevo.

 

Minoría flagrante

que baila sin canciones,

con el ritmo elegante

de las constelaciones.

 

Flagelo de las momias

Bloque de cataclismos―

columna divisoria

con base en los abismos.

 

Tu capital es Creso

de anacronismos áureos

Huésped adelantado

que se escapó a los años.

 

Por eso mortificas

Azul siete mesinos―

Por tu difícil música

que se escapó a los siglos― 

Réplica Atalayista

                              

  para Ángel Rigau

                             por Fernando González Alberty

 

Por fin, poeta, escalaste

el torreón Atalayista

donde mora el cabalístico

Archipámpano de Zíntar

 

Bienvenido seas, colega,

a este lar mefistofélico―

―pentagrama de lo cósmico―

―archivo del signo inédito―

 

Este aquelarre de vates

de plectro super-sensible

y de polimnia insurrecta,

postulan el Arte libre―

 

Conciliábulo de bardos

de canción waltwhitmanesca―

antenas de ritmo insólito

de recepción ultra-térrea―

 

Su flor lírica se nutre

del polen de las estrellas,

y su numen subversiva

del fragor de las centellas―

 

Cabalgamos en el símbolo

futurista y anticlásico,

para hurtar el grito nuevo

de la entraña del relámpago―

 

Todas las revoluciones

se fraguan en nuestra tienda―

Salud, aeda, que compartes

nuestra ciclópea tarea―

 

 

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