"Entre otros caricaturistas que no merecen ser mencionados, Oliver Shaw, el colorado Oliver, el niño de treinta años a la manera de Enrique Carrillo, ha sabido estrechar nuestras manos atalayistas y mostrarnos, coquetamente, con artística postura, sus últimos rasgos caricaturescos; en una palabra: sin desearlo, nos ha llevado a un teatro de líneas en el que Charlei Chaplin luce sus más grotescos zapatos de arrabal..."

"Este Oliver, colorado como un bebedor inglés, carece de nacionalidad. Mas como esto parece imposible, os diré que todo artista es cosmopolita y se adueña de todas las naciones. De ahí que Utamaro, caricaturista funambulesco del Japón, sea tan alemán como Gulbransson o Heine, y tan francés como Steilen y Garan d' Ache, y tan inglés como Bateman. Por eso os digo que Oliver Shaw carece de nacionalidad determinada. En su arte caricaturesco es tan japonés como Hkusai y tan francés como Gavarni o Willette. Porque su parecido no está en el corazón de la caricatura, sino en el rasgo de ella.

1930