Graciani Miranda Archilla

Líder del movimiento atalayista, apodado Mistagogo Enayunas. 

 

(1910-1993)  Poeta fundador del Movimiento Atalayista. Uno de los vanguardistas más destacados de la poesía en general. Fue un originalísimo poeta, innovador y teórico. Documentó la incursión atalayista y militó en en el Partido Nacionalista Puertorriqueño, por lo cual debió exiliarse a Nueva York. La mayoría de su obra permanece inédita, pero poco a poco han ido saliendo trabajos suyos. Publicó Responso a mis poemas huérfanos, El rostro de la  espiga y, recientemente, la Editorial de la Universidad de Puerto Rico ha publicado Poesía Vanguardista, donde se recoge el primer poemario antes mencionado y un importantísimo libro suyo, Himno a la caballa.

Cristo debió tener un hijo

Decálogo Atalayista

   ROSAL DE VIENTO EN LA GUITARRA

a Emilia Margenat,

desde la eternidad

 

Emilia-Emilia juguemos a los indios

en el batey de nuestra gloria.

Juguemos a los indios

y al rumor de la luna

deja que padezcamos de zarcillos

y nos muramos de altas plumas.

 

La raza fuerte ―olor de tierra―

color de tierra y de ciclón―

la raza que nació de la encinas

y que era raza de suicidios―

Emilia-Emilia ―cantará un bosque

de chalupas y auroras

a medida que el tiro de nuestra frase

haga saltar de gozo al panorama.

 

Deja que padezcamos de zarcillos―

que nos hablemos con saetas

que no muramos  de altas plumas.

 

Y para que la sed no nos visite

vaciaremos un río en nuestras manos

y haremos que la abeja de la luna

teja un panal de brisa

en el batey de nuestra gloria.

 

Aquí el casabe ―hostia del domingo―

nos brindará el secreto libro de la alegría

y allá el conuco ―tala de pensamientos―

cómo dirá que somos indios

de los indios aquellos que ensartaban vigilias

y que sembraban la palabra

en carros de armonía.

 

Déjame ―borinqueña―

que yo juegue a los indios en la luna

y que un perro me cuente los dolores

con ladridos dirigidos al mar

y que yo tenga mi guitarra

que suene con la crin de mi caballo

y que la crin de mi caballo

dé cuerdas a mi bárbara guitarra

y que mi bárbara guitarra

me proclame cacique del peligro

y cacique del mundo y de los cielos...

 

La raza fuerte ―olor de tierra―

color de tierra y de ciclón―

será dichosa con sus hijos de encinas.

 

Déjame  ―borinqueña―

olvidemos el puño y los hipódromos del Siglo XX.

El cielo está en el campo

y el cielo será tuyo―

porque eres la prima de la primavera!

 

EL COPERO

 

Antes estaba prohibida la cerveza

como ahora está prohibida la honra

pero don Manolo Quiñones pasaba leyes

extranjeras por los Países Bajos  fermentaba

lúpulo d balas con nombre de cerveza

y nosotros dioses entonces apurábamos

el néctar saboreando a lengua batiente

aquella voz d burro claro.

 

Ningún pájaro trina donde vive el copero

que fermentaba infierno en una cuba y gloria

nos servía hora tras hora hasta

ver nacer oloroso a pan fresco el día

luciendo una chamarra de alas

 

No está la verdad en los libros

sino en la página no escrita

ni la belleza d las palabras   poetas

ni la belleza en las palabras

 

Era cuando Clemente Soto Vélez Archipámpano

d Zíntar

Antonio Cruz y Nieves

Alfredo Margenat Margari

Juan Náter parecido a un pichón con hambre

Juan Calderón Escobar una mole

René Goldman

Oliver Shaw

Pedro Carrasquillo San Pedro del Atalaya

y el Mistagogo apellidado En Ayunas

iban a La Marina que aquel ángel guarde cuando

existían los ángeles

número   tal   o  cual

calle Isabel

Mistagogo  cantaba  Islabel

a tomar balas hacer gárgaras d balas

y a roncar poemas.

 

Allí el copero  don Manolo Quiñones

casi contrabandista

casado

y más soltero que la gloria

destapaba jarras d noche cuyo ruido

al ser desvirginadas producía más estruendo

 

que una mala palabra bien echada

 

Paf y temblaba San Juan con todos sus ídolos

pef y Mefisto sacaba fuego d su pata quebrada

pif y la mar lanzaba su estornudo d espumas

contra las murallas por la saliva

aún no profanadas

pof y Juan Calderón Escobar bailaba con una

libélula monte bailando

puf y el copero d brazos velludos

reía como chivo

 

Tiempo en que las melenas caían sobre

los hombros  los bastones

eran largos como los postes d la luz  la locura

movía el rabo d perro por las esquinas

y las camisas rojas y negras

hacían fruncir entrecejos volando borracheras

como mariposas

 

Depués nos llegaron Fernando González Alberty

y Luis y Samuel   ángeles*

d Lares

vientre d patria

LARES

y creció la tángana hacia el futuro

capitaneado por júcana

la tángana siempre bautizada

por el copero don Manolo Quiñones

casi contrabandista

casado

y más soltero que la gloria

 

Ningún pájaro ha trinado donde vive el copero

quizá porque se nos ahuyentan los pájaros

y la tierra resbala hacia la muerte

como gota de azogue

sin hallar asidero por falta d un copero

un don Manolo Quiñones capaz d fermentarnos

el infierno en su cuba gloriosa y cáspitas.

 

* Los poetas Luis Hernández Aquino y Samuel Lugo.

En el poema atalayista hay emoción

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